Stephannie Fell (editora), varios autores
Tapa blanda
20.6 x 27 cm | 148 pp.
Español / English
Durante seis meses en 2022, los 140 módulos de la torre Nakagin sobrevolaron el cielo de Tokio por última vez, mientras una grúa los separaba de los núcleos, previo a la demolición del edificio. El Nakagin, un hito del movimiento metabolista, fue diseñado para cambiar con la ciudad y sus habitantes (Kurokawa, 1972) —un edificio de módulos reemplazables y piezas reparables, epítome de la retroadaptación—. Tras una década de esfuerzos por salvarlo, e incluso después de ser declarado monumento en 2006, el edificio fue demolido. Entre los motivos se citaron diversas preocupaciones: altos costos de reparación, la presencia de asbesto en el edificio, el hecho de que ya no cumplía la normativa sísmica japonesa y su “uso ineficiente de bienes inmuebles de primera calidad en el centro de Tokio” (Lin, 2011; Oshima, 2020; McCurry, 2023). En otras palabras, la tecnología, estándares de salud, códigos de edificación y presiones económicas sobre su contexto urbano cambiaron más rápido de lo que podían sustituirse sus cápsulas. Un edificio diseñado para la adaptación resultó muy poco apto para el cambio.
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Durante seis meses en 2022, los 140 módulos de la torre Nakagin sobrevolaron el cielo de Tokio por última vez, mientras una grúa los separaba de los núcleos, previo a la demolición del edificio. El Nakagin, un hito del movimiento metabolista, fue diseñado para cambiar con la ciudad y sus habitantes (Kurokawa, 1972) —un edificio de módulos reemplazables y piezas reparables, epítome de la retroadaptación—. Tras una década de esfuerzos por salvarlo, e incluso después de ser declarado monumento en 2006, el edificio fue demolido. Entre los motivos se citaron diversas preocupaciones: altos costos de reparación, la presencia de asbesto en el edificio, el hecho de que ya no cumplía la normativa sísmica japonesa y su “uso ineficiente de bienes inmuebles de primera calidad en el centro de Tokio” (Lin, 2011; Oshima, 2020; McCurry, 2023). En otras palabras, la tecnología, estándares de salud, códigos de edificación y presiones económicas sobre su contexto urbano cambiaron más rápido de lo que podían sustituirse sus cápsulas. Un edificio diseñado para la adaptación resultó muy poco apto para el cambio.
“ El actual clima político y ecológico exige que tratemos el cambio no tanto como una alternativa individual, sino como una necesidad colectiva si queremos sobrevivir en y con este planeta”.
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