
ARQ 101 | Libertad / Freedom (abril 2019)
Libre acceso / Open AccessFrancisco Díaz (Ed.), varios autores
Tapa blanda
20.6 x 27 cm | 152 pp.
Español / English
ISSN: 0716-0852 (impreso) / 0717-6996 (en línea)
Tapa blanda
20.6 x 27 cm | 152 pp.
Español / English
ISSN: 0716-0852 (impreso) / 0717-6996 (en línea)
En 1926, Walter Gropius presentó un diagrama de densidades habitacionales que calculaba el distanciamiento entre edificios en forma proporcional a su altura, de manera que cada bloque de viviendas recibiera una cantidad apropiada de luz. Poco después, en 1931, Adams, Lewis y Orton argumentaron que la belleza del skyline de Manhattan se debía al ‘efecto masa’: un conjunto de edificios de distintas alturas, formas y fachadas ubicados muy cerca unos de otros (Koolhaas, 1994). Mientras la primera imagen afirma el valor de la racionalidad, la segunda argumenta a favor de la falta de reglas. Una defiende el orden y la otra, la anarquía. Ambas expresan el debate entre planificación y libertad. La arquitectura habitualmente ha estado más cerca de la primera, pues tanto sus herramientas (el diseño y la previsualización) como su objetivo (la definición de un orden) hacen difícil que sus productos contengan la imprevisibilidad de la segunda. De hecho, si esa espontaneidad ha llegado a ser discutida en la arquitectura ha sido porque alguien la ha encontrado afuera, como cuando Rudofsky observa las construcciones vernáculas o cuando Turner propone a las barriadas peruanas como modelo. Sin embargo, la libertad es más que un debate representado a través de imágenes arquitectónicas. La libertad no es una elección estética. Es un problema político.
En estos términos, hablar de libertad nos obligaría a posicionarnos entre extremos: entre un laissez-faire en el cual en nombre de la libertad individual cada uno hace lo que quiere y un totalitarismo donde la libertad individual se hipoteca en función de algo mayor. Ambos extremos tienen zonas oscuras. El laissez-faire que permitió el skyline de Manhattan es también el que ha posibilitado una suburbanización que ha hecho colapsar metrópolis y economías. A su vez, cuando ha sido llevada a la realidad en grandes conjuntos de vivienda, la racionalidad del diagrama de Gropius ha terminado por generar alienación a escala urbana. Dada la inviabilidad de ambos extremos, la respuesta obvia sería tomar un ‘justo medio’. Esa posición políticamente correcta —evidente, por ejemplo, en los argumentos de la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia llamada «Freespace»— es la que este número de ARQ intenta justamente evadir.